El jefe de la Casa del Rey, Rafael Spottorno, negó hace unos días que 2013 hubiera sido un «annus horribilus» para el Rey Juan Carlos y la institución monárquica, sacudida por la mala salud del Jefe del Estado y, sobre todo, por el efecto que el caso Noospudiera tener en la imagen de la institución.
El portavoz de la Casa del Rey definió la instrucción del caso como de un «martirio» para la institución, una declaración que se puede entender como un nuevo ejemplo de presión de la institución sobre uno de los poderes del Estado, el Judicial, y sobre el juez Castro debido a la imputación del yerno del Rey, Iñaki Urdangarin, en el presunto cobro de subvenciones ilegales gracias a la plataforma que constituía el Instituto Noos y la posible implicación de la infanta Cristina como parte interesada en el proceso.
Este martes se resolvió la incógnita. El juez Castro decidió imputar a la hija del Rey por un delito de blanqueo de capitales y de fraude fiscal y la emplaza a declarar ante la Audiencia de Palma el próximo día 8 de marzo, sábado, para que aclare el grado de conocimiento de las actividades de su esposo. En el auto, apunta que la Infanta «difícilmente» pudo haber defraudado a Hacienda «sin, cuando menos, el conocimiento y aquiescencia» de su mujer «por mucho que de cara a terceros» mantuviera «una actitud propia de quien mira para otro lado».
Ésta es segunda imputación de la Infanta Cristina y se toma en contra del criterio de la Fiscalía, que hace unas semanas insistió en no apreciar motivaciones que justificaran una nueva imputación de la hija del Rey, decisión que, por cierto, se contradice con el mensaje que se trata de transmitir con la idea de que la imputación no equivale a una acusación.
Las ediciones digitales de los medios de comunicación españoles llevaron en lugar destacado la noticia de la imputación de la Infanta, que tanto Zarzuela como el Gobierno han valorado apelando al respeto hacia las decisiones judiciales. En el momento de elaboración de este post, la noticia era también recogida por medios como la BBC, Le Monde o Liberation:
La imputación de la Infanta pone la guinda a un proceso de deterioro de la institución, que amplifica la política de comunicción esgrimida desde la Casa del Rey, más centrada en proyectar el mito de la figura del Rey construido en Transición que de hacer frente a la realidad de los hechos. En este proceso encontramos hechos destacados, por acción u omisión:
- Tras la imputación del yerno del Rey, investigado en una de las piezas vinculadas al ‘caso Palmarena’, se supo que desde la Jefatura del Estado se había promovido el retiro dorado de Iñaki Urdangarin y su familia como consejero de Telefónica en EEUU.
- En abril de 2012, mientras la economía española era atacada por esa entelequia llamada mercados financieros, el Rey estaba cazando elefantes en Botsuana. El pueblo soberano se enteró tras un accidente del monarca, que se vio obligado a pedir disculpas en público por el error cometido.
- Desde entonces, Juan Carlos I ha enlazado varias operaciones relacionadas con su lesión y con otros problemas de salud que le llevaron a pasar por quirófano en varias ocasiones. La última vez, en diciembre.
- Además de su estado de salud, una de las derivadas del accidente de Botsuana fue el fin de la superprotección que, sobre la figura del Rey, había regido en los medios de comunicación, que comenzaron a referirse a Corinna zu Sayn-Wittgenstein como a la «amiga entrañable», especial o, directamente, la amante del Rey.
- En los dos últimos años hemos visto cómo desde distintos medios de comunicación y comentaristas monárquicos se ha construido un argumentario en favor de la abdicación del Rey en su hijo, campaña en la que participa la SER. La intervención del Príncipe Felipe en la defensa de la candidatura de Madrid 2020 apuntaló esta posibilidad, rechazada por el mismo Rey en el discurso de Nochebuena de este año. Juan Carlos dejó claro que no piensa abdicar, por lo que entre sus planes figura morir siendo Rey de España, actitud que, según el sondeo de Sigma Dos que publicó el domingo el diario El Mundo, no es del agrado de la mayoría de los ciudadanos, más proclives a un relevo generacional para recuperar el prestigio de la institución
Es en este clave en la que hay que leer la estrategia de comunicación ejecutada estas navidades en la línea de mostrar que el Rey, con 76 años, está perfectamente capacitado para seguir ejerciendo sus funciones:
Además del mencionado discurso de Nochebuena, Hola rindió su servicio a la Corona con la publicación de un publirreportaje del Rey que buscaba transmitir la idea de su recuperación. Don Juan Carlos aparecía sin las muletas y rejuvenecido, gracias, en buena medida, a un exceso de Photoshop.- El jefe de la Casa del Rey concedió la entrevista referida anteriormetne a TVE en el que se reafirmó la idea de que Don Juan Carlos no piensa en abdicar y que se alegraba de haber dejado atrás un 2013 cargado de problemas de salud.
- Con motivo de la Pascua militar, el Rey salió del palacio de Zarzuela para participar en el tradicional acto castrense. Durante su discurso, igual de breve que el año pasado, el monarca evidenció problemas de fatiga y balbuceos que Zarzuela atribuyó a un problema con la luz situada en el atril.
La situación, que se pudo seguir en directo, fue tan evidente, que incluso la prensa monárquica este martes tuvo que reconocer la fatiga que evidenció Don Juan Carlos y que se explicó por los efectos secundarios de la medicación y por la obsesión del jefe del Estado por dar sensación de normalidad en lugar de tomarse el tiempo que sea necesario para recuperase.
La última en llegar 
Pingback: Imputación, abdicación y abolición | Demasiadas palabras
Pingback: La abdicación del Rey sepulta la Transición | La última en llegar