IS: El nuevo hombre del saco de una guerra televisada

Bien por falta de información veraniega, bien por la espectacularidad de sus actuaciones, lo cierto es que hoy pocos desconocen que Irak hoy vive una nueva guerra civil en la que están participando combatientes de todas las partes del mundo llamados por la yihad y una suerte de conglomerado formado por las milicias chíies (con presencia de Guardianes de la Revolución iraní), el ejército kurdo (cada vez más cómodo en la zona autónoma que, en la práctica, comienza a funcionar como un Estado independiente, quién sabe si como germen del futuro Kurdistán) y el apoyo de las fuerzas internacionales que participaron en su día en la operación para derrocar a Sadam Hussein.

Igual que pasó con Al Qaeda en los meses posteriores al 11-S (y sus réplicas en Madrid, Londres y Bali, por poner sólo tres ejemplos de ataques perpetrados contra occidentales), ya tenemos construido el relato sobre lo que el ISIS (ahora IS) representa y sus objetivos. Y, como no podía ser menos, hace falta insistir en que su brutalidad le ha hecho merecedor de rechazo por parte del antiguo demonio occidental, que a este paso corre el peligro de convertirse en el mal menor aceptable. Algunas diferencias entre ambos grupos glosadas por organismos como el Instituto de Washington para Oriente Próximo:

  • Si bien el IS ha confirmado ser el alumno aventajado en términos de propaganda, existen diferencias en torno a sus respectivos planteamientos.
  • Al Qaeda está formada originalmente por combatientes procedentes de las clases medias y alta, con formación universitaria, muchos de ellos combatientes de las guerras de Afganistán durante los años 80 y 90.
  • El ISIS se nutre de combatientes de origen más pobres, curtidos en las guerras de Irak y de Siria (ahora también Libia). Eso explica también su obsesión por controlar a las poblaciones locales de los territorios que ganan militarmente (frente a la idea de Al Qaeda del enemigo exterior, materializado en EEUU), una suerte de escenario en el que hay que purgar a los que se desvían de la interpretación radical del Corán que ellos propugnan.
  • En sus objetivos, también hay diferencias: Al Qaeda buscó apoyar los levantamientos árabes para colaborar con su ataque a occidente. El ISIS busca la creación de un Estado Islámico, el califato implantado entre Siria e Irak, con intención de ser extendido hacia otras naciones árabes [hay rumores de que al final terminará atacando a Arabia Saudí].

Así, a la instauración del califato en las zonas ocupadas de Siria e Irak se suman la situación de caos absoluto que vive Libia y las amenazas que llevan años susurrándose y que es ya una realidad en la zona del Sahel. El hecho de que Boko Haram anunciara también la instauración del califato al nordeste de Nigeria profundiza la sensación de pánico que los medios occidentales ya no se molestan en ocultar, sobre todo ante el riesgo de que el fuego incendie de nuevo Afganistán, donde talibanes han mostrado ya disposición a integrarse en el IS.

Todos  estos datos explican por qué, de repente, Siria ha ofrecido su espacio aéreo a EEUU para, desde ahí, coordinar una acción contra el IS, muchos de ellos envueltos en el aura de «rebeldes» que Occidente apoyó hasta hace un año en la guerra civil que vive el país desde que fracasó su particular primavera árabe. El cambio de actitud hacia el régimen de Assad por parte de quienes estaban dispuestos hace un año a derrocarlo es de tal magnitud que el presidente de EEUU, Barak Obama, tuvo que salir al paso para reseñar que no habría colaboración entre ambos países.

Algo parecido sucede en Libia, donde los mismos que fueron armados por las potencias occidentales contra Gadafi son los que se pasean por Trípoli y Bengazi grabando y difundiendo al mundo su particular manera de entender la guerra y el trato a presos y población civil. Una maquinaria de propaganda dirigida a Occidente que está teniendo su efecto directo, como se volvió a confirmar con la decapitación de Steven Sotloff, el periodista estadounidense de 31 años, desaparecido en Siria y que fue uno de los protagonistas involuntarios del vídeo de la ejecución de Foley. Como muestra, la manera en la que sus presuntos ejecutores se dirigieron al presidente de EEUU, con una advertencia implícita:

IS

Podemos decir que, hasta el momento, han demostrado ser especialistas en comunicación política, como confirma la difusión de análisis sesudos que inciden en el choque de civilizaciones y viñetas como éstas que responden a imágenes de decapitaciones o ejecuciones sumarias especialmente difundidas por las televisiones:

ISIS

De ahí que, en mitad del ruido y de acciones tan sorprendentes como que Alemania aprobara por mayoría armar a los kurdos iraquíes, se haya perdido de perspectiva qué motivó esta crisis que, lejos de apagarse, amenaza con saltar a países próximos como Líbano, Jordania, Arabia Saudí o Turquía, donde hace unos días se informó de la ejecución de uno de los reclutadores del IS en Estambul (lo irónico de este asunto, por cierto, es que el brazo ejecutor fue un comando kurdo del PKK).

En el caso de Irak, ya no se oculta que estamos ante una guerra sectaria cuyo germen último está en la intervención occidental y el desplazamiento de los suníes en beneficio de los chiíes y de los kurdos (aunque éstos se concentraran en la zona autónoma). Hoy, testimonios como los recogidos por el periodista Ghaith Abdul-Ahad  confirman que tal  deberíamos prepararnos para un futuro próximo que no es en absoluto halagüeño:«No hemos empezado la guerra sectaria, sólo estamos tratando de proteger nuestras áreas, pero si los días sectarios vuelven entonces estoy seguro de que la ganaremos».

El miedo a que la situación se suma en el descontrol total explica por qué, entre las soluciones para combatir al IS, se plantea una nueva relación con las tribus suníes del país, con la intención de que ellos se vuelvan contra los yihadistas. Otros hablan abiertamente del papel de Turquía y de una negociación entre Irán y Arabia Saudí como puntos de partida para que el resto de los países de la zona se reacomode a la nueva realidad.  

Ante este escenario, el IS emerge como la solución, tal y como escribió hace poco Immanuel Wallerstein: «La re-entrada de Estados Unidos a la lucha militar iraquí le permite al califato presentarse como fuerza importante que desafía al diablo encarnado, Estados Unidos. Le servirá para conseguir muchos reclutas adicionales, sobre todo en el mundo occidental». En los últimos días hemos asistido al goteo diario de informaciones que hablan de la presencia de occidentales en las filas del IS (españoles, alemanes o británicos como el que aparecía en el vídeo de la ejecución del periodista James Foley).

Vivimos en un mundo en el que una imagen vale más que mil palabras. En este caso, además, el IS hace acompañar sus imágenes de advertencias y de un relato que evidencia que, hasta el momento, su avance sobre Siria e Irak parece imparable. La prensa de la zona destaca, precisamente, la escasa resistencia con la que se topan en las ciudades y la dificultad para retomar el control, algo que se atribuye a los problemas de defensa que proceden, de nuevo, de la desarticulación del Estado baazista que se produjo con el derrocamiento de Sadam Hussein.

Irak se aproxima, y mucho, a lo que entendemos por Estado fallido, algo que se evidencia, por ejemplo, en la incapacidad de las tropas regulares de hacer frente a la ofensiva, de manera que, al final, se depende de las milicias armadas (paramilitares) para defender y/o recuperar terrenos perdidos, con las implicaciones que eso supone y que explica, por ejemplo, qué están haciendo los señores de la guerra de las zonas controladas por el IS (muchos de los cuales están combatiendo a su lado aunque no compartan la idea última de la instauración del califato y la recuperación de Al Andalus).

La buena noticia es que ya no se puede disimular ante una amenaza construida gracias a las redes financieras de Occidente contra sus enemigos particulares (Assad en Siria, Gadafi en Libia). La mala noticia es que la espectacularidad de sus acciones les hace merecedores del título del malo mundial, con las implicaciones que eso conlleva de cara a la reconfiguración geopolítica de todo Oriente Medio y Próximo.

Acerca de llegalaultima

Politóloga y periodista en transición
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